Fraude empresarial
Responsabilidad directa de administradores y gestores de sociedades instrumentales

La Audiencia Nacional (AN) ha dictado una sentencia muy relevante sobre el caso del Grupo Nueva Rumasa, un conglomerado de empresas que, aunque parecía un grupo consolidado, en realidad estaba formado por muchas sociedades independientes sin una matriz común. Durante años, estas empresas funcionaron como si fueran una sola, compartiendo dinero y recursos, pero en los papeles estaban separadas y muchas de ellas pertenecían formalmente a sociedades extranjeras en paraísos fiscales, lo que dificultaba saber quién era realmente el dueño de todo.
A partir de 2009, cuando el grupo empezó a tener serios problemas de dinero y no podía conseguir préstamos de los bancos, sus responsables lanzaron campañas publicitarias muy agresivas para captar dinero del público, ofreciendo pagarés con intereses altos y aprovechando la buena imagen de sus marcas. Sin embargo, ocultaban a los inversores y proveedores que el grupo ya estaba en quiebra. Parte del dinero que conseguían se usaba para comprar bienes y pagar gastos personales de la familia propietaria, utilizando empresas pantalla para que no se pudiera rastrear el dinero.
Cuando la situación se volvió insostenible y empezaron los juicios y embargos, los responsables intentaron proteger su patrimonio traspasando empresas y nombrando nuevos administradores. Finalmente, la AN ha condenado a varios miembros de la familia y colaboradores por estafa, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes, y les obliga a indemnizar a los perjudicados. Además, aunque se anularon algunas pruebas por haber sido obtenidas de forma incorrecta, el juicio siguió adelante y se tuvo en cuenta que el proceso fue muy largo por su complejidad y la pandemia.
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